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Playa de los Hippies

Me quedó colgado un pasaje a Córdoba por culpa de la pandemia, ida y vuelta a Carlos Paz. Estaba a la espera de una oportunidad para aprovecharlo. La pandemia comienza a levantarse lentamente y la llegada de fin de año es una buena excusa. Hago las averiguaciones pertinentes y los pasajes siguen activos, solo que tengo que ir hasta Retiro a realizar el cambio. 

El tío me habló de un lugar llamado la “playa de los hippies” en Cuesta Blanca, bohemia y tranquila. ¡Listo! Vamos a arrancar el año en patas.

El 2021 fue un año bastante movido, muchos cambios en mi vida, necesito un relax, la idea es desconectar lo máximo que se pueda. Agendo en mi calendario la salida para el martes 28 a las 21.15 hs. Previniendo, ordeno trabajo y responsabilidades. La idea es liberarme el lunes a media tarde para preparar la mochi sin apuro. 

A eso de las 19.30 estoy libre, me tiro un rato, programando una alarma para las 21. Antes de cerrar los ojos, por las dudas, chequeo el horario del micro, el cual estaba bien, lo que me llama la atención es la fecha, LUNES 27… ¡QUE! No lo puedo creer. Rechequeo, y sí, estoy hasta las bolas. 

Abro el Waze, hora y media hasta Retiro. Osea, saliendo ya, tengo 15 minutos para preparar la mochila con todos los elementos de camping; carpa, bolsa de dormir, aislante, marmitas, anafe, garrafa, navaja, equipo de travesía, mate, libro, sustancias, y todo lo necesario para desconectar. Además de la ropa y pegarme un duchazo. ¡Jugado!. 

Llamo a mi vieja y me dice, ¡Probemos! jajajaja, ¿Vos decís? No hay tiempo para dudar. Comienzo a agarrar las cosas como puedo, tiro todo arriba de la cama, meto todo en la mochila, entro y salgo de la ducha, subimos al auto y arrancamos. 

Por suerte la ruta se presenta amigable, mi vieja se viste de piloto y acelera. Mientras pasa autos como una campeona, me voy avivando de todas las pertenencias que olvidé. Lo primero que busqué fue mi condena, quedaron los cigarros en el escritorio. Me cae la ficha del mate, ¡Puta madre!. Y la lista continuó. Maquina de afeitar, campera de abrigo, y el libro que tenía pensado terminar de leer. Importante, el pasaje de micro quedó clavado en la pizarra de corcho. Llamo a la agencia de micros y me confirman que puedo viajar con el DNI.

Son las 21.10 (en 5’ sale el micro), un semáforo antes me siento en el asiento trasero, me calzo la mochila, me despido de mi vieja y me posiciono para que ni bien se detenga el auto, correr a la plataforma. 

Ingreso a toda prisa, doy con la empresa de micros, despacho equipaje, piso el primer escalón, se cierra la puerta y arranca el micro. ¡Lo logramos! 

Ni bien me siento, surgen en mi mente nuevos objetos materiales que no he traído. Además, dato importante, es Agostina. Luego de unos desencuentros y un intercambio de mensajes quedamos en vernos previamente a mi viaje, más exactamente, el lunes por la noche. Hasta último momento no dí por perdido ningún frente. Si no llegaba al micro, la salida con Agos iba a calmar la rabia. Ya en viaje le cuento lo ocurrido. Por suerte parece tomarlo con sonrisas argumentado que a ella también le ocurren cosas por el estilo.

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Bajando el estrés, me acomodo en un asiento bastante cómodo y me duermo. Llegamos a las siete de la mañana. Conociendo mi primer destino encaro para el eco-camping Cuesta Blanca. Esta piola. Cuenta con todo lo necesario. El agua caliente funciona con fichas, como cuando inflas las ruedas en una estación de servicio. 

En busca de un equipo de mate camino para el centro. Me hago amigo de un cuidacoches, me convida unas secas las cuales me dicen que la cosa no va a estar complicada. Voy tomando lo sucedido como un aprendizaje. Puedo vivir con menos.

Con un clima súper agradable armo la carpa cerca al arroyo. Por las noches escucho correr el agua. Dentro del camping descubro un camino hacia unas hoyas excelentes. Por la tarde meto una corrida a la vera del río que me lleva hasta la “entrada” de la playa de los hippies. Queda pendiente la visita para mañana.

Un poquito siempre por favor.

Con un poco más de conocimiento del terreno preparo mochi y arranco. Son más o menos 40 minutos. Siempre siguiendo el río. El camino es sencillo, solo que hay que mojarse un par de veces. Siempre por debajo de la cintura.

El sendero a la playa hipona se encuentra al final de la represa. Frente a un restaurante y un kiosco bien equipado. Pego onda el equipo de la cocina. Cuentan con opción veggies y me chusmean algunos tips.

Serán unos 25-30 minutos por un camino que no presenta grandes dificultades. Saliendo del bosque entrando a la playa se puede apreciar el hogar de un hippie atrapado en el sitio hace bastante tiempo. Ya muy conocido la gente se saca fotos con él. Vende artesanías en su playa-vereda.

En el camping me pasaron un dato piola. Si quiero algo diferente, caminar para el otro lado, no para la playa. Así que luego de la vuelta del perro. Voy por la aventura. 

El sol pega fuerte. El sendero es cuesta arriba por piedras. Me cruzo con algún que otro rezagado en el camino con ojotas. Equipado con zapatillas de trekking siento que tengo una 4×4. Me cuentan que más arriba hay hoyas con abundante agua. Mi oasis.

Me hago amigo de un loco lindo. Esos que te llevan hasta donde queres llegar. Ya conoce el lugar y tiene el point para los saltos. No me quedo atrás y los disfrutamos juntos. El planta bandera allí. Yo continúo a unas hoyas más alejadas. Pero antes le tiro la lengua buscando el dato de mañana. Quiero saber donde se festeja año nuevo. 3 años atrás estuvo aquí. Pinta parrilla popular y a compartir. Terminó desnudo en el río junto a otras personas. Todo lo que buscaba y más.

El ocaso me trae de vuelta. En el camino me cruzo con tres personas un poco desorientadas. Sabían a donde ir pero le tenían miedo al sendero por la noche. Comparto mi experiencia y los aliento a que continúen con cuidado y con al menos una linterna.

El 31 amanece divino. Almuerzo bajo un árbol con las patas en el agua. Relajado leo un mensaje. Mi amigo y productor Julian Capasso:

– ¿Queres salir al aire para C5N desde la playa? 👀

La propuesta es súper. Nunca estuve al aire para la tele. Pero la idea es relajar. Esto lo cambia todo. En los planes está vaciar la mochila y llenarla con todo lo necesario para pasar año nuevo con los hippies y dormir allí. Son las 3 de la tarde. La llamada es a las 19. No hay tiempo para dudas. Confirmo mi salida y me pongo la mochila.

Cruzar el río cargado no resulta tan sencillo así que dejo las compras para el final. En el kiosco me hago de fernet, coca, vino, verduras y hasta pego faso mientras un caballo me impide la salida.

El sendero con peso y corto de tiempo es otra cosa. El apuro se debe a que quiero chequear la señal de internet. Y como lo sospeché desde un principio, es pésima. Debo activar el plan B. Volver al restaurante y rezar que tengan wi-fi.

Subir la colina con todo el peso no es opción. Así que busco a quien dejarle mis cosas. Sin ser prejuicioso ninguno me da mucha confianza. 😑 Hasta que escucho una señal. Es naza con su guitarra (Uno de los chicos a quienes les indiqué el camino la noche anterior).

Son las 18.20. Armo un monito (Pañuelo en el piso, las cosas encima, se cierra con dos nudos) con lo básico como me enseñó mi amigo el Bocha y corro. Me concentro, no me quiero caer, pero quiero cumplir con lo prometido. O por lo menos avisar de las dificultades técnicas.

Encuentro wi-fi a las 18.50. La señal es débil y el único lugar “atractivo” es delante de un letrero de madera indicando la entrada a la playa. No hay opción.

Tres, Dos, Uno… Aire.

Estaba nervioso y transpirado, pero me dicen que salió todo bien. Para festejar me hago de dos bolsas de hielo y cruzo por tercera vez la colina. Debo llegar con obsequios para mis cuidadores. Por suerte todo está en su lugar. Llegó la hora de relajar.

Poco a poco se fue apagando la tele. Recuerdo abrazarme y brindar con desconocidos tomando sangría en un balde. No esperaba menos. Naza agitó cumbia a todo ritmo hasta que salió el sol. Amanecido, tomé mis residuos y decidí volver hasta donde pueda atar mi hamaca y dormir un rato.

Disfruté el primer atardecer del año recostado junto al río sonriendo por todo lo ocurrido e intentando armar la noche. Hubo show de fuego y poca ropa en el agua.

Volver a casa.

Con Confianza

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