Mayo 2019; Llego a Sidney (Australia) con una visa de turista y muy bajo nivel de inglés. Ingreso con los huevos en la garganta, sí migraciones me hace alguna pregunta apenas puedo responder con mentiras piadosas. Por “suerte” todo está tan automatizado que no debo lidiar con humanos.

En el aeropuerto me recibe Érica, amiga y viajera de toda la vida. No la esperaba. Fue mi salvadora y la de unos cuantos argentinos más en ayudarnos a conseguir el chip para darle vida a nuestro teléfono y conseguir la tarjeta de ingreso al mundo del transporte.
El cachetazo de otro mundo es instantáneo. La moderna infraestructura me llevaría bastantes líneas explicarla. Los bondis no hacen ruido, el pasaje se abona por motus propio y se saluda al chofer al descender del bus. Al igual que en muchos países se debe cruzar por la esquina, sino te putean. Hay pulsadores en los semáforos que activan tu cruce. Venden sidra en lata. Hay casitas como de pajaritos para intercambio de libros gratuitos. Los baños públicos te hablan entre otras cosas.
Y ¿Que hago acá? es la pregunta. Siempre quise meter un viaje largo, está vez se dieron las condiciones. No califico para una visa de trabajo. Mi ingles es malo. Pero el entusiasmo aleja todo miedo que sobrevuela al desafío. Me hablaron muy bien de Australia, se paga bien, aprender su idioma me sirve mucho y tengo conocidos. ¡Let’s go!
Éri vive en Bondi Beach. Me aloja en su cuarto compartido con “La Negra” en la casa que renta junto a otras excelentes personas que me abrieron las puertas de su hogar sin conocerme (Mica; Chun; Jonny). La hospitalidad entre pares es sorprendente y contagiosa. Todos brindan una mano a los recién llegados. Entre latinos las buenas vibras es moneda corriente.

La falta de papeles para poder trabajar y la dificultad para comunicarme reducen drásticamente las posibilidades de ingreso al mercado laboral. Apunto a aquellos “cash in hand” los cuales son temporales y no requieren de legalidades. Pero no estoy con suerte.
Pasaron 5 días, la hospitalidad de la casa es excelente pero sí o sí debo marchar. Apuesto a trabajar por acomodación (No te pagan con dinero sino con un lugar para dormir) en algún hostel. Me recorrí casi todos los del centro dejando mi CV. Disparé bocha de correos. Uno picó. No tengo idea sobre mis tareas, pero dije que sí. Queda en King Cross, de día es una cosa y de noche cambia completamente. Una onda “Once” salvando las distancias.
Me presento con respuestas pre-cargadas. Claramente esperaban a alguien con un mejor nivel de Inglés ya que me querían como recepcionista, me excuso con que puedo hacer otras cosas. 🙂
Logro sortear el primer obstáculo, me hago de una cama y un desayuno por 5 horas de trabajo diario con un día libre en la semana. Si hago cálculos no sirve, pero la idea es no comerme los ahorros.
Me toca un equipo de primera, los latinos somos Agus (Uruguaya), Lore (Chilena) y Adrino (Cocinero Brasilero). Al toque me invitan a comer y me orientan. Al manager no le entiendo nada. Copio y pego lo que hacen mis colegas. El cocinero se pone contento con mi llegada, me cuenta que los europeos no son buenos para la limpieza.

Lore es muy reflexiva, tiene papeles, 3 idiomas, y todas las ganas de volar. Solo le falta un envión. El brasilero está súper cómodo. Agus espera que llegue el día para irse a un voluntariado donde la esperan días de yoga y meditación en las afueras de la ciudad. Cada vez que me habla sobre el tema se le iluminan los ojos. Cuenta que es difícil ingresar con largos meses de espera. Es como un retiro con cama y comida a cambio de unas horas de trabajo. Yo apenas entiendo donde estoy. Me las rebusco para gastar la menor cantidad de dinero posible y pegar onda con la gente.
Así es como llego a un evento de Couchsurfing, me hago amigo de un filipino y capturo algunos teléfonos con esperanza de mandar un SMS (Raro, pero usan mensajes de texto) y que me digan empezás mañana. A muchos les pasó.
Al otro día suena el móvil. Es Eri invitándome a conocer un restaurante vegano llamado Lentis. ¡Claro que sí!. Tomamos un subte de esos que salen hacia la superficie, viene a ser como una mezcla con tren, y nos dirigimos a Newtown. Conocido como el barrio hipster. ¡I love it!. Lleno de ferias americanas vintage con toda la onda. Mixias en una coctelera Palermo y San Telmo y puede que salga algo así.
El lugar se caracteriza porque cada cliente abona a voluntad. El menú consta de entrada, plato principal, bebida y postre. Puedes elegir entre 4 diferentes que rotan todos los días. Para pagar hay una caja tipo alcancía y un postnet en el mostrador. Aconsejan abonar 15 dólares australianos y sugieren 20 para poder ayudar a los que no pueden. Si no cuentas con el dinero suficiente alguien te estará ayudando indirectamente o puedes quedarte a colaborar en las tareas.
Leyendo la carta me entero que los camareros son voluntarios. Me parece una excelente idea para practicar mi inglés y aprender el oficio. Me anoto para el curso de inicio.
Me presento por la mañana, en el lugar se respira una hermosa armonía. Luego de una sencilla charla me indican que puedo volver esa misma noche y que no olvide mi tupper. Además de cenar en el sitio podes llevarte resto de lo cocinado. ¡Amazing!
Con cero experiencia y un inglés atado con alambre debuto como camarero. La cosa no viene sencilla pero la gente sabe que sos voluntario y todos son súper buena onda. La carta no es muy amplia, pero si me re-trucan la pregunta estoy al horno. La diferencia entre dessert (postre) y desert (desierto) es mínima. Al ofrecerle “desierto” como postre a los clientes me responden con una sonrisa.
Las cosas se acomodan poco a poco. No genero dinero, pero no pago por dormir ni por comer. Los gastos se reducen.
Mi madrina y gran ayudante es Alex, una chica de Francia, con una sonrisa me dice que la disculpe por su español el cual es su cuarto idioma. Me dijo que al mediodía y algunas noches hay un argentino trabajando allí.

Pocos días después acontece el aniversario y me presentan a Charly (El Argentino). Pegamos onda de toque, me tira los tips para sobrevivir y consejos sobre cómo hacer rendir el dinero. Si quiero practicar Inglés me recomienda un lugar en las afueras en el cual ofrecen cama y comida. El estuvo allí 4 meses. Me dice que es maravilloso. Naturaleza. Buena gente. Comida Vegana. Todo lo que estoy buscando. Lo único malo es que el lugar es tan atrapante que no te deja ir.
Generamos un lindo vínculo, se ofreció a hablarle a la manager sobre mí. Al comentarle a Agus (Uruguaya compañera de hostel) me dice que seguramente sea el mismo sitio al que va a ir ella.
Fue breve el tiempo que pasó hasta que me llegó el SMS invitandome a una entrevista para conocer el sitio. Con nervios le pedí a mi nuevo amigo Filipino que me acompañe. Tomamos un tren, bajamos en una estación desolada y cruzamos un río. Nos recibe Indu, vestida de blanco y con hermosa armonía que transmite con sus palabras.
Me cuenta sobre el lugar, es un centro de retiro espiritual donde los voluntarios colaboran en las tareas cotidianas. Te asignan un equipo y te ofrecen desayuno, almuerzo, cena y alojamiento a cambio de 6 horas de trabajo con un franco por semana. La mayoría de los solicitantes son mujeres, necesitan varones, es por ello y por venir recomendado que me da la hermosa noticia que puedo empezar en unos pocos días. Estoy en una comunidad Krishna. Estoy en Govinda Valley.
Contento abandono Mad Monkey hostel despidiéndome con cariño de su gente.
En mi nuevo hogar me recibe Leonardo. Habla español, es de Colombia, se acaba de despertar de una siesta y tiene toda la onda. Me cuenta el funcionamiento del sitio, me lleva para el ashram (habitaciones) de los hombres y me dice que me ponga cómodo que ya vendrá alguien a decirme más. Todo muy loco y volado como el que me lo cuenta.
Todo fluye hermosamente bien. Todos los rostros tienen una sonrisa. Mi habitación tiene dos camas pero estoy solo. La rutina es la siguiente:
- 5am. Yoga optativo.
- 6am. Reunión (Cada uno cuenta cómo se siente si es que lo desea).
- 7am. A trabajar.
- 8am. Desayuno.
- 9am. Vuelta al trabajo.
- 12am. Taller.
- 1pm. Almuerzo.
- 2pm. A trabajar
- 4 pm. Fin de la jornada.
- 5pm. Yoga optativo.
- 7pm. Kirtan (Meditación a través del canto, ponele).
- 8pm. Cena.
Me asignan al team garden. ¡Genial! Estoy con Agus, Chi (Malasia) y Lia (Alemania). Cory es nuestro guía, bien estilo leñador, alto, grandote, con botas y un cuchillo en la cintura. Tiene mucha paciencia en explicarnos las tareas y cómo realizarlas.

Siempre me costó levantarme temprano, la cosa no iba a cambiar, pero el entusiasmo es otro. 7am agarrando la pala en medio de un bosque con los pajaritos esperando a que remuevas la tierra para ir en busca de los gusanos tiene mucha magia. Amaneceres soñados han sido contemplados por todo el grupo en silencio. Aprendo a comprender los grandes placeres que tengo a mi alrededor y no soy consciente de ello.
Poco a poco voy conociendo de qué trata la comunidad Krishna. Poseen una religión, tienen un Dios o varios. No todo me queda claro. Sus valores están enfocados en el respeto, la solidaridad, la bondad, el cuidado del medio ambiente y el amor. Un amor que se siente en la comunicación. Todo es consensuado.
Junto a Lucas, entrerriano recién llegado, despejamos dudas religiosas con Cannú. Francés de 65 años con mucho viaje. Lleva un tiempo viviendo aquí en busca de su vida espiritual.
¿Por qué no consumen carne?
Cuando tu quieres tener pensamientos más elevados no necesitas alimentarte de carne, ese tipo de energía no es buena para tu mente en estado de reflexión.
¿Por qué no consumir ajo y cebolla?
Son buenos para la digestión de la carne, y al ser afrodisíacos no son buenos para el mundo espiritual donde se busca otra cosa.
¿Relaciones sexuales?
El sexo dispersa la energía humana y distrae la mente más que cualquier otra actividad. La vida sexual es para tener hijos. Los padres piensan y planifican la llegada de los niños desde la pureza.
¿Krishna es el único Dios?
Todos las religiones adoran a un Dios, pero cada una lo tiene a su manera.
4 ciegos quieren saber como es un elefante. El primero le toca la panza, dice que es como una pelota gigante. El segundo dice que no. Agarra una pata y dice que es como un árbol de banana. El tercero le agarra la trompa y dice que es como una serpiente que arroja aire caliente por la punta. El cuarto toma la cola y dice que es como una serpiente pero con pelos al final.
Todas las visiones son reales pero ninguna es completa. Todas están en lo cierto.
Se despide con una hermosa frase reflexiva: “Vive simple, piensa profundo”.

El lugar tiene magia. Hay algo que despierta emociones. Un día me desperté con un sueño maravilloso. Estaba compartiendo un partido de fútbol con el Diego. Yo jugaba de enganche. Veía como todos daban la vida en cada pelota. Creo que también estaba el ratón Ayala. Soy parte de algunas jugadas muy buenas pero lo que más me impresiona es su garra y su cabellera, la del “Pelusa”. Daba todo por cada pelota. Se transpiraba la vida.
Hacemos un par de paredes, y en una de esas se la tiro larga. No podía creer que le estaba pasando mal la pelota a Maradona. Me mira, pone las manos en la cintura y mueve la cabeza de lado a lado. La culpa me cortó el sueño. Me desperté con una sonrisa de oreja a oreja. No podía creer lo ocurrido.

A las 16 ya estás libre. Si tienes ganas, en las cercanías hay lindos lugares para conocer. Me gusta salir a correr. Hermosa excusa para llegar a una atractiva playa nudista. Todo habilitado para nadar y pasearse en bolas.
Los miércoles tenemos day off (franco) por lo cual organizamos alguna salida para conocer un nuevo sitio. Junto a Lia, Chi y Agus coincidimos en visitar las “Eigth Pool”. Piletas en forma de ocho que se forman en las rocas al bajar la marea. En el camino nos cruzamos con un Indú que por primera vez habla con un Argentino. Fanático de Messi no lo podía creer. Yo tampoco su entusiasmo.
Poco a poco nos fuimos conociendo con Leo, el cocinero. Excelente persona, de esas que te dejan recuerdos para toda la vida. Junto a Lucas tuvimos un par de aventuras copadas. Paseamos por cuevas de trenes abandonadas, fuimos invitados a ceremonias religiosas y terminamos haciendo una meditación grupal en una caverna iluminada por gusanos. ¡Lindas flasheadas!.
Pero toda historia debe terminar para que comience una nueva. En busca de otros rumbos se presenta una oportunidad de trabajo con Agus en el centro de Australia.
Con miedo, ya que estaba acortando mi estadía, le cuento mis planes a Indu Y Aryuna (coordinador). Sus palabras fueron:
“Andá tranquilo, lógra tus objetivos y vuelve cuando quieras..” (O eso entendí XD)
Son un amor.
Eternamente agradecido a todas las personas que conocí en está hermosa aventura.








Con Confianza
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