Cada uno armó su mochila y se preparó para todo. Llevamos para comer, embriagarnos y desplazarnos, éramos conscientes que se podía presentar cualquier obstáculo.
Nos adentramos en la montaña en busca de lo desconocido, nos topamos con personajes estrafalarios, gracias a duras negociaciones nos permitieron seguir. Pero en el bosque, la situación fue diferente, los duendes no quisieron arreglar, tuvimos que correr por nuestras vidas y refugiarnos en una diminuta caverna.
Gracias al combustible provisto por los NyC (Nacidos y criados) pudimos pasar el invierno. Derretida la nieve, bebimos el cáliz y llegamos a las rocas de los murciélagos, fue duro, demasiado, no las pudimos cruzar.
Por suerte, y preparados, armamos nuestras bicicletas y comenzamos el descenso. Fueron dos secas las que permitieron tomar velocidad y esquivar con pura cintura casi todos los obstáculos, hasta que volvió, y se hizo notar.
Con Confianza
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