Nos conocimos con Mata Alberto una noche en Perhentians Islands en un show de fuego compartiendo un ron y fumando unas shishas. Era el cumple de una chica Española que conocí en un rojo atardecer sobre plataforma flotante en un océano turquesa con peces de colores ¡Wau!. Me comentó que su próximo destino es Tioman. Ya me lo habían mencionado otros viajeros franceses que conocí en Bajawa, Indonesia. En pocas palabras me comentó cómo llegar. Ya tenía nuevo destino. Las casualidades viajeras me llevó a alojarme mi primera noche en el mismo hostel, allí me cuenta que encontró una foto muy buena (me la enseña, tiene razón, lugar soñado) tomada en Tioman, supuestamente al sur de la isla, estuvo averiguando, pero nadie se lo puede confirmar, pero que las montañas que se ven de fondo supone que son las mismas que se aprecian en diferentes tomas de un lugar llamado Mutuk.

Según la locales es imposible llegar a dicho lugar a pie, solo en bote a un precio para nada Backpacker. Es su posible plan para el día siguiente. El mío era snorkeling, el cual podía posponer. Sin dudar me sumo a la aventura. El objetivo está bueno, en busca de una foto, que no sabemos dónde es, a un lugar en el que nadie sabe cómo llegar. ¡Excelente! ¡Vamos!
Amanecemos, preparamos la mochila, desayunamos y partimos. El inicio del camino fue sencillo, atravesamos Jurassic Park. Tomamos descansos en playas solitarias. Nos hamacamos junto al mar. Nadamos en aguas cristalinas. Luego se acabó el sendero, y en un despiste terminamos sobre unas rocas gigantes. Manteniendo el equilibrio pudimos avanzar. Tuve la mala (Buena) suerte de pisar sobre arena que se hundió de repente, al punto de no poder sacar el pie del agujero, tuve que quitarme la zapatilla para poder salir. Me podría haber quebrado, o cortado ¡MAAAAAL! Me pasó también una segunda vez, metí la pata hasta los huevos, pero por suerte no pasó a mayores. Buscando el sendero cortamos camino por medio de la selva, nos pinchamos y cortamos muchas veces. Hasta ahí ya nos habías dado casi por vencido 2 veces. Hasta ahí los lugareños ya nos habían dicho que no podíamos llegar. Hasta ahí ya íbamos 4 horas. Pero en un último intento pudimos visualizar una pirca y retomamos el camino. El cual vino acompañado de pasarelas de madera colgantes, las transitamos con miedo porque el paso del tiempo había causado estragos en ellas. Caminamos un rato más hasta llegar a un resort donde sabíamos que la única opción viable era el bote. Comenzamos a hablar con el personal, todos nos dijeron lo mismo, no hay transporte desde allí. Corajudos, buscamos seguir a pie. Pero era imposible. La última habitación del hotel marcaba el fin del camino. Con mínimas esperanzas llegamos a un muelle. Nada transitado. Pegamos onda con dos obreros del momento, le comentamos que queríamos frenar un barco, cualquiera que pase y que nos lleve al destino, o lo más cercano. Hablando en señas, creo que nos entendieron. Comienzo a hacer señas a la primera lancha y ni bola. Pasan unos minutos, aparece una lancha, los obreros comienzan a silbar y levantar sus manos. Encara hacia nosotros. Le mostramos la foto, parece conocer el destino, negociamos el precio. Ya estamos con un nuevo capitán con rumbo fijo. Nos cuenta que nos lleva, pero solo es un camino de ida.

- ¡No problem! ¡Ya veremos!
Una lluvia se asoma, quiere mojar el momento, lo logra. Pero al cabo de unos minutos, aparecen las montañas que Alberto me enseñó. ¡Y ahí está el muelle! Es el destino. ¡Lo logramos!
Nos despedimos del capitán y su tripulante. Saltamos al agua y arrancamos a copiar esa hermosa foto! Logramos hacer bastantes, hasta que se acercó personal del hotel, nos preguntaron donde estábamos alojados, le contamos la historia, no nos creen, es muy lejos para llegar a pie, pero nos permiten estar un rato más. Al cabo de cinco minutos llegó la traidora y con sus buenos modales nos dijo que era privado y que nos teníamos que ir. ¡YA! El pueblo más cercano está a 30 minutos a pie para el otro lado. ¡Ok! ¡No problem! Era seguro que podía pasar. Jajaja continuamos a pie, ya en busca de comida y un bote de regreso hasta algún lugar poblado. Llegamos a destino, y luego de hablar con varios marineros conseguimos un capitán con su bote. Con pinta de buen hombre negociamos un buen precio y entre idas y vueltas nos devolvió a nuestro puerto. Desembarcamos a media tarde, cansados y hambrientos, pero con una nueva aventura para nuestro libro.
Escribo esto y me pone súper contento saber que podemos fijar objetivos, nuestros objetivos, que solo nosotros conocemos, y por más que todos nos digan lo contrario, tenemos que seguir nuestro instinto y alcanzarlo. Seguramente no siempre el final será el esperado. Estos son los que más enseñanza me dejarán. Y cuando sí lo sea, ¡hay que disfrutarlo! No solo fue una aventura por una foto. Entre tanta charla e historias de vida me llevó mucho más. Está es solo una historia de un viaje a un destino. Esta es solo una reflexión en una cama con tul para insectos escuchando al mar.
“Hoy no soy el mismo. He crecido. Y amo esta manera de crecer.”

Con Confianza
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