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¡La próxima llevame a La Pampa!

Martu cumplió 15 años, y como padrino quiero hacerle un regalo diferente. No da regalarle un bon-o-bon como en la mayoría de los cumpleaños. Pensé en un viaje, y en una de esas me percato que nunca viajó en avión. El día del cumpleaños le acerco un sobre con un vale para un pasaje, el destino lo elije ella. 

Manipulada “elegimos” el sur argentino, cuento con muchos amigos en Bariloche lo cual iba a ser más amena la estadía. Hablo con mi amigo Pity el cual me recomienda febrero (en marzo el clima ya es más inestable) y me ofrece lugar para alojarnos en su “comunidad”. ¡Listo! Saco pasaje. 10 fue el total de días entre ida y vuelta. Me da miedo, pero un pasaje a Bari lo justifica.

La noticia le despierta gran entusiasmo a la pequeña, le adelanto que vamos a caminar, y mucho. Aprovechando la volada se compra unas zapas para trekking. Clave caminarlas y amoldarlas antes del viaje. Sumamos bolsa de dormir, linter-vincha, crocs, algo de abrigo, calzas y lo típico de unas vacaciones. 

Comenzamos el viaje con los típicos nervios de un novato en avión, los cuales duran los primeros minutos, luego se vuelve monótono y aburrido (por suerte). Llegados al aeropuerto la idea era tomar el bus 72 pero mi amigo Mare “La Culebra” se ofrece en ir a buscarnos. Previa pizza en el centro nos acerca al cerro Otto donde vamos a alojarnos. 

Nervios ni ahí.

Pity nos presta la casa de sus suegros con todas las comodidades (¡gracias amigo!). Gran poseedor de conocimiento montañez le comento sobre mis planes y me ofrece sus consejos. Quiero llevar a Martina a conocer un refugio. Entre los planes están Laguna Negra, Lopez o Frey. Se entusiasma en acompañarnos a Laguna Negra. Me recomienda hacer un ablande, comenzando por el cerro Otto y luego Campanario

Para este último tomamos el 51 desde Pioneros hasta la picada. Caminata cuesta arriba de no más de 40 minutos. Siempre con sombra, presenta pequeñas dificultades pero si vas parando resulta llevadero. Llegas justo con las aerosillas. Tiene varios miradores, el principal lleno de gente con vista a la península, otro por detrás con buena sombra, piola para almorzar si es que te llevas tu comida. Recomendado ya que contás con cafetería y buffet pero a precio turista.

Vista desde el Campanario.

Martina responde 10 puntos, con aire y resto como para encarar algo más agresivo. Me gusta este día ya que por la noche contamos con luna nueva. Si el cielo se copa vamos a ver una peli de estrellas. Reservo plaza en el refugio de Laguna Negra y nos hacemos del equipo para encarar la aventura. Esto es:

  • Anafe
  • Marmitas
  • Encendedor
  • Fideos, salsa, cebolla, morrón, ajo, sal, aceite, condimentos.
  • Frutos secos, frutas, galletitas, agua, yerba, equipo de mate.
  • Linterna
  • Calzas
  • Remera térmica
  • Campera de lluvia
  • Curitas
  • Zapas, Crocs.
  • Otra muda de ropa.
Saliendo de la comunidad de mi amigo Pity.

Lo recomendado e ideal es arrancar temprano, pero estamos de vacaciones y cuesta hacerle caso a la alarma. Nos comenzamos a preparar tipo 11 luego del desayuno. Tomamos el 50 hasta el kilómetro 18, luego el 10 hasta Colonia Suiza. El bondi nos deja justo en la picada. Comenzamos a caminar a las tres de la tarde (muy tarde. No lo aconsejo).

A Pity le gusta mucho este camino, nos comentó que es uno de sus preferidos, cuenta con mucha sombra, agua en casi todo el camino y la vista de la laguna es una gran recompensa. Y así fue. Atravesamos bosque, árboles gigantes, alegres cantos de pájaros, puentes hechos de madera para atravesar pequeños barriales, lagartijas que se asustan con el pasar de los caminantes. El arroyo comienza a escucharse más o menos a la hora, llegando en breve a unas hoyas divinas para tener el primer descanso, refresco y recargar tanto energías como agua. Conocido internamente como “Manolo” es un lugar hermoso para meditar con el bullicio del agua.

Seguimos atravesando la arboleda, con el objetivo de cruzar el valle por completo. Estamos más o menos a mitad del camino, cuando nuestro gran y querido guía debe pegar la vuelta. Tiene compromisos que atender. Mientras tomamos unos mates nos regala recomendaciones y consejos. Eran las seis de la tarde, con miedo le consulto una posible hora de llegada. Muy seguro me dice que a las nueve estamos en el refugio. ¡Esperaba menos!

Continuamos con rumbo firme, el camino no presenta grandes dificultades, somos nosotros los que sentimos el cansancio. Martu se pone un poquito fastidiosa con su mochila, cada gramo se hace sentir. Pero no pierde el ánimo y sigue adelante. 

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Llegamos al próximo descanso. Algunos le dicen “Pirulo”. Un claro donde se puede acampar. Nos saluda un hombre solitario desde su pequeña carpa. Muy lindo todo pero la noche nos comienza a correr. Cada pausa debe ser breve.

Advertidos por nuestro guía, luego del claro salimos a una linda subida seguida de un caracol de tierra. Se hace sentir. Martina escuchó cómo era todo el trayecto, estaba claro que lo más difícil era el caracol. Lo que no sabía es que eran dos caracoles, faltaba el de piedra.¡Me odia! ¡Me sonríe! Y me dice.. ¡Bueno! ¡Vamos!. Pero no me digas cuando estemos en el nuevo caracol.

Lo lindo de la subida son los paisajes, nos detenemos a tomar aire y las vistas son maravillosas.

En una de esas escucho: “Primo.. la próxima vez, llevame a ¡La Pampa!”.. ajajaja. Estaba matada pero con humor.

Martu – ¿Falta mucho? 
Juli – Ya cruzamos el valle. Ahora hay que subir la montaña.
Martu – ¿Y el caracol? 
Juli – Ya estamos en el caracol.

Una corriente de energía y entusiasmo corre por nuestro cuerpo durante 1 minuto. Subimos un montón, nos agitamos, pero parece que estamos en el mismo lugar. Clave como manejamos la mente. Martu parece comprender. Por momentos frena, en otros se adelanta. Cuando se detiene, juntos contemplamos las montañas y jugamos un breve veo-veo que distiende la situación. 

No queda nada. Se presenta mucha roca. Las zapas nuevas son un tractor. ¡Tú puedes! Dos chicas nos pisan los talones, las utilizamos de motivación para no bajar el ritmo. 

Último ascenso le digo. ¡Desde acá es sin parar Martu!. Acelero. Una hermosa sensación de saciedad satisface mi ser. Aún es de día. El sol no está. Pero si la claridad.

Me adelanto para poder ver la cara de Martina al ver la laguna. 

Martu – ¡Es Negra!
Y una sonrisa hermosa. ¡Lo logramos! Chocamos los cinco.

Nos anunciamos en el refugio. Una chica de Israel nos cede su colchón para que podamos estar juntos. ¡Una genia!. Encaramos la cena.

Dicen que siempre hay viento. Pero está vez, enciendo el mechero y la llama flota en el aire. Fideos con tuco salen al dente. Nos acompaña una noche sin luna, despejada, llena de estrellas. Recostados sobre las rocas vemos caer las fugaces. 

Arrancando con la cocina a las 21.30.

Despertamos con un día hermoso, una rica chocolatada y unos mates hacen la mesa compartida. Nuestra amiga israelí aprendió español escuchando canciones de Mercedez Sosa. ¡Tomá!

Desayuno en el refugio.

El descenso es respetado, sin apuro. Con mucho disfrute. Volvíamos con la copa. 

Con hambre encaramos para Colonia Suiza para cerrar la aventura con una riquísima hamburguesa de berenjena y un jugo de frambuesa. 

De está aventura no nos olvidamos más.

“Tener de hermanos a mis amigos”.-

Con Confianza

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