Estoy en Darwin, situado sobre la costa norte de Australia, es junio y hace mucho calor, divino para refrescarse en el mar, pero eso no es posible. Dicen que en Australia todo te puede matar, y aquí me encuentro con un claro ejemplo. Sobre la playa se encuentran carteles de advertencia sobre cocodrilos gigantes y aguas vivas venenosas (lo de gigantes es mentira) prohibiendo el ingreso al mar.

Llego aquí gracias a Agus, mi compañera de ruta, quien pegó un dato de trabajo en el centro del país. Ella cuenta con visa de trabajo y un muy buen nivel de inglés; yo ninguno de ambos.
El destino es Hall Creed, solo sabemos que vamos a estar 15 horas arriba de un micro con la promesa de trabajar en un hotel.
Lo primero que me llama fuertemente la atención son las personas y sus rasgos, de labios gruesos y narices anchas, corpulentos, grandes en todo sentido, con una voz muy gruesa y un inglés cerrado difícil de entender.
Mi primer encuentro ocurrió en una estación de servicio, voy al baño, y al regresar un hombre de gran porte se encuentra hablando con Agus, ella se asusta y me mira, nos pide algo, pero no logramos entender. Enojado se aleja gritando, nosotros volvemos a respirar y corremos al bus.
Poco a poco comienzo a conocer su historia, son un pueblo conquistado y desplazado. Hace algo más de 100 años estaba permitido cazarlos ¡Una locura! Le quitaron sus tierras, cultura, tradición y los expulsaron. Hace pocos años, mediante una ley, le pidieron perdón a su manera, con dinero. Reciben una mensualidad que varía en función de la lejanía de las grandes ciudades, es por ello que no se los ve en las urbes.
Junto al capitalismo llegó el juego y los vicios, huérfanos de sus costumbres, caen en la tentación del alcohol y las apuestas. Me llama la atención la venta en cualquier comercio las 24 horas, sumado a las máquinas de casinos en todo sitio (bar, restaurante, estación de servicio, etc.) que hacen un combo explosivo difícil de esquivar.
Ellos quieren sus tierras, su cultura, como todo pueblo originario, no necesitan el dinero, pero la cosa está difícil. Todo esto me lo cuentan unos chicos en la plaza, me hago amigo jugando una especie de rugby con reglas de futbol en una cancha redonda ¡Todo muy raro!
El hotel se encuentra en el medio del país, en el corazón de Australia, no hay un carajo, el paisaje es seco, solo con algunos arbustos pequeños. Es un país enorme con grandes distancias, cuentan con gran cantidad de vida salvaje, por lo cual no es recomendable circular de noche, es aquí donde entran en juego estos hoteles fantasmas.
Nos asignan al Team Laundry (Equipo de lavadero) donde estamos encargados de lavar sábanas, toallas y hacer las habitaciones. En medio día de trabajo hice más camas que en toda mi vida.
Mike es el manager, un pibe piola y exigente. Puedo cumplir a sus pedidos, lo difícil es entenderle. Copio y pego lo que hace mi compañera.
El hotel es agradable, parecido al de las películas de Hollywood, llegan camionetas de gran porte con equipos de radio y bidones de combustible. Tiene una linda pileta que podemos utilizar, nos dieron una pieza para cada uno, baño compartido, desayuno, almuerzo y cena. Excelente sitio para ahorrar dinero.

Los lugareños son bastante particulares, cuesta mucho entenderles, hablan casi con la boca cerrada, esto se debe a la gran cantidad de moscas que no paran de dar zumbar y vuelven al lugar bastante intolerable.
Hay un compañero que me llama bastante la atención, lleva viviendo aquí mucho tiempo junto a dos perros muy mal alimentados, extremadamente obesos.
Por las noches suele realizar una actividad algo extraña, sale con su mochila, un tubo largo y algunas cosas más junto a sus mascotas. En la primera de cambio quise matar la intriga, y contento me enseñó sus cartas. Tiene un telescopio y toda la data sobre las estrellas, al ser un lugar tan alejado con poca contaminación lumínica posee un cielo alucinante.
Con el dato convoco al equipo y salimos camino al View Point. Estaba en lo cierto ¡Amazing! Siempre estoy en búsqueda de estrellas fugaces, pero esta vez me sorprendió, al punto que perdí la cuenta.

Comprando chocolate, único fin para el dinero en este lugar, me entero de un sitio más alejado donde el cielo es aún más impresionante. Me aconsejan ir acompañado y con provisiones para ver la puesta del sol y todo el show. Agus no se siente bien y no puede acompañarme. Decido encarar solitariamente los 10 km por una ruta al medio de la nada a pleno rayo de sol.
El dato es certero, la puesta de sol es alucinante, no estuve en el desierto, pero siento que se asemeja bastante. Con el correr del tiempo se apagan las luces y encienden las estrellas, una a una, es una fiesta, miles de puntos iluminando el cielo, me pierdo entre tanto puntillismo.
Recostado sobre una manta, ya con menos entusiasmo, me preocupan los escorpiones y las luces azules que se acercan desde una ruta muy alejada. Es la policía.
No tengo nada que me comprometa, pero el miedo me invade, quiero esconderme, pero no tengo donde.
Con navaja en mano (no se para que) me siento a esperarlo sintiendo cada vez más fuerte el latido del corazón.
Las luces me encandilan. Se detienen frente a mí, ciego, me acerco a la ventanilla del patrullero.
- Can I help you? (¿Puedo ayudarte?). Pregunta el policía.
- Thank You, I am see the stars. (Gracias, estoy viendo las estrellas)
Mientras se le escapa una sonrisa me dice:
- Enjoy! (Disfruta).
Y sigue su rumbo.

Link de interés:
- Darwin (Tierra de cocodrilos y medusas)
- Halls Creed (Pueblo en el medio de la nada)
- Hotel donde trabajé
- View Point (Police Patrol)
Con Confianza
Dejame un comentario
Contame lo primero que se te venga a la mente. Por más pequeño que resulte para mí es un gran aporte.